Dentro de la Estrategia de Sostenibilidad de COVAP

Ana Alicia Bolívar explica cómo la estrategia verde de COVAP protege el futuro de la ganadería.

Ana Alicia Bolívar lidera la estrategia de sostenibilidad en COVAP, una cooperativa de primer grado con sede en Andalucía que agrupa a más de 800 explotaciones ganaderas dedicadas a la producción de leche, carne de vacuno, porcino ibérico y leche de oveja. En esta conversación, Bolívar comparte cómo la cooperativa está abordando uno de sus grandes desafíos: asegurar la continuidad de la actividad ganadera en un contexto de creciente presión regulatoria, ambiental y generacional.

Desde 2020, COVAP ha centrado sus esfuerzos en medir emisiones, implicar a los ganaderos y construir un modelo de sostenibilidad basado en datos, ciencia y acompañamiento técnico. En la entrevista con Alejandro Vergara (CEO de ODOS), Bolívar explica cómo el equipo combina trabajo en campo, monitoreo ambiental y objetivos medibles, garantizando siempre la viabilidad económica de cada explotación.

Al asumir la sostenibilidad como un eje de trabajo dentro de COVAP, ¿cuáles fueron los principales desafíos al conectar la agenda ambiental con las prioridades del ganadero?

Sí, bueno. Lo primero es que no es cualquier empresa. No es un modelo productivo al uso. No es una corporación como se puede conocer, sino un modelo cooperativo. Al final, en este modelo cooperativo de primer grado, nuestros socios ganaderos son los reales y únicos propietarios de la empresa. Y eso influye. Ofrece una perspectiva muy distinta, porque el socio ganadero tiene una triple vertiente: es propietario de la cooperativa, proveedor de la materia prima más importante de todo lo que producimos, y también quien ejecuta la producción ganadera.

Como bien decías, transformamos las producciones ganaderas de vacuno de leche, vacuno de carne, ovino (de carne y de leche), y porcino ibérico. Además, desde la cooperativa tenemos una planta de alimentación animal que provee a los socios de materias primas para elaborar su propio pienso.

Intentamos canalizar esa producción, ofreciendo soporte técnico y tecnológico, pero siempre respetando la libertad del socio en su manejo. Desde la parte técnica está también el soporte medioambiental y regulatorio. Con todo el auge regulatorio actual, buscamos qué afecta al socio, cómo debe responder, y le acompañamos en ese camino. Desde sostenibilidad, que ha crecido mucho en Europa y España, hemos brindado ese soporte para que el socio pueda adaptarse a requisitos que antes no eran obligatorios, pero que sabíamos que lo serían. Y lo hemos hecho no solo advirtiendo que llegaría, sino explicando el valor que tiene anticiparse.

¿Qué presiones externas afectan más hoy a los ganaderos: regulaciones públicas o exigencias del sector privado?

Realmente, todo influye. Pero uno de los tres grandes retos de la cooperativa es garantizar la continuidad de las producciones ganaderas. Aunque podríamos asumir parte de la producción primaria desde la cooperativa, no es nuestro interés. Queremos que las ganaderías familiares sigan existiendo, porque dinamizan la zona rural donde estamos y sostienen la actividad económica local.

Por eso, nos enfocamos en dignificar la profesión ganadera y garantizar el relevo generacional (o no generacional, pero sí la continuidad de la actividad). Desde el entorno, la presión regulatoria es una de las que más nos ocupa. Vemos que la continuidad de la producción se ha visto amenazada por la velocidad con la que se han implementado nuevas normativas.

Uno de los temas clave es la cuantificación y reducción de emisiones. Desde 2020 tenemos un proyecto para medir emisiones, que comenzó con una fase formativa para que el socio comprendiera qué son las emisiones, por qué son importantes y cuál es el impacto de nuestro modelo productivo.

COVAP fue una de las primeras cooperativas ganaderas en adherirse al Acuerdo 30 del 30, que busca reducir un 30 % las emisiones de la cadena alimentaria para 2030. ¿Cómo están abordando este compromiso desde las distintas áreas de la cooperativa?

Firmar el acuerdo fue una consecuencia de todo el trabajo previo. En el alcance 1 y 2, desde el área de transformación llevamos años trabajando en un modelo energético nuevo: una planta fotovoltaica, otra de biomasa y otra de biogás. Esperamos reducir un 65% de las emisiones propias (alcance 1 y 2) para finales de 2025.

En cuanto al alcance 3, que es donde más peso tiene la actividad ganadera, el objetivo es reducir un 30% para 2035. Este reto es mucho más complejo, porque incluye las emisiones de las ganaderías. Estamos trabajando sobre todo en la parte de alimentación animal, que es donde más impacto tenemos. Sabemos que es difícil actuar en todos los frentes a la vez, pero lo importante es empezar por donde podemos tener mayor impacto.

Y al final, el objetivo es acompañar al ganadero para que, de forma progresiva y con soluciones concretas, se vaya adaptando a las exigencias que vienen. Lo estamos haciendo con una estrategia de comunicación clara, formación continua y herramientas que permitan medir y mejorar.

Más allá del carbono, también trabajan en biodiversidad y agricultura regenerativa. ¿Cómo visualizan las fincas en cinco años?

La ambición es que cada ganadería tenga su propio plan de sostenibilidad integral: emisiones, biodiversidad, deforestación, etc. Queremos que el socio entienda la sostenibilidad desde una perspectiva holística: ambiental, social y económica. Solo si las tres patas están sanas, podemos garantizar la continuidad de las producciones ganaderas.

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